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Terapeutas hablan sobre el sexo y la infidelidad que hace crecer el apetito sexual

La causa que se oculta tras la disminución del deseo guarda mucha relación con las diferentes expectativas de cada uno de los miembros en la cama.

LA NOTICIA DIGITAL, INTERNACIONAL.-   Al igual que en los confesionarios, las consultas de los psicólogos y de los sexólogos están presididas por el secreto. Para poder soltar toda la angustia que los pacientes llevan dentro es necesaria una gran confianza que se sustente sobre tal principio. Con todo, siempre hay información que traspasa las puertas de los gabinetes.

Podemos referirnos a libros y a páginas de Internet en busca de una respuesta a nuestra curiosidad, pero nos encanta que sean los expertos quienes nos desvelen aquello que les ocurre a los otros y ratifiquen con sus historias nuestra normalidad o nuestro carácter extravagante.

La sexóloga Celeste Hirschman avisa de que no hay recetas para todos los problemas eróticos, pero siempre que una nueva pareja llega a su consulta les obsequia con un importante consejo: abrir su mente para contemplar el sexo desde un punto de vista diferente.

Siguiendo, pues, la recomendación de la especialista, dejemos a un lado nuestros escrúpulos y veamos qué preocupa realmente a las parejas que piden ayuda a un sexólogo.

  1. «El deseo sexual se ha esfumado»

Varios expertos en terapias señalan que la pérdida de ganas de compartir un momento de intimidad es la preocupación más reiterada entre las mujeres casadas.

La causa que se oculta tras la disminución del deseo guarda mucha relación con las diferentes expectativas de cada uno de los miembros en la cama. Mientras los hombres suelen entender el buen sexo como sinónimo de un espectacular rendimiento y un orgasmo formidable, el deseo de las mujeres es más complejo.

Muchos miembros del género femenino entienden el sexo como una energía que puede ser expresada de varias maneras, no sólo a través de los genitales. ¿La clave para volver a recuperar el deseo? Parece simple: el placer. No obstante, encontrarlo cuesta trabajo. Fundamental, cómo no, la siempre recurrente comunicación: «Afronta las conversaciones sin juicios previos y sé muy explícito acerca de qué es lo que te pone como una moto», señala Hirschman.

Por eso, no vale con soltarle al otro que tiene que mostrar más ardor. Hay que enseñarle qué es para nosotros ser más apasionado. Una vez encontrado el placer muchas parejas se sienten liberadas al dejar atrás una gran cantidad de prejuicios que les atenazaban.

Al igual que en los confesionarios, las consultas de los psicólogos y de los sexólogos están presididas por el secreto. Para poder soltar toda la angustia que los pacientes llevan dentro es necesaria una gran confianza que se sustente sobre tal principio. Con todo, siempre hay información que traspasa las puertas de los gabinetes.

Podemos referirnos a libros y a páginas de Internet en busca de una respuesta a nuestra curiosidad, pero nos encanta que sean los expertos quienes nos desvelen aquello que les ocurre a los otros y ratifiquen con sus historias nuestra normalidad o nuestro carácter extravagante.

La sexóloga Celeste Hirschman avisa de que no hay recetas para todos los problemas eróticos, pero siempre que una nueva pareja llega a su consulta les obsequia con un importante consejo: abrir su mente para contemplar el sexo desde un punto de vista diferente.

Siguiendo, pues, la recomendación de la especialista, dejemos a un lado nuestros escrúpulos y veamos qué preocupa realmente a las parejas que piden ayuda a un sexólogo.

  1. «El deseo sexual se ha esfumado»

Varios expertos en terapias señalan que la pérdida de ganas de compartir un momento de intimidad es la preocupación más reiterada entre las mujeres casadas.

La causa que se oculta tras la disminución del deseo guarda mucha relación con las diferentes expectativas de cada uno de los miembros en la cama. Mientras los hombres suelen entender el buen sexo como sinónimo de un espectacular rendimiento y un orgasmo formidable, el deseo de las mujeres es más complejo.

Cuando la relación se repara, los problemas sexuales suelen mejorar por su cuenta

Muchos miembros del género femenino entienden el sexo como una energía que puede ser expresada de varias maneras, no sólo a través de los genitales. ¿La clave para volver a recuperar el deseo? Parece simple: el placer. No obstante, encontrarlo cuesta trabajo. Fundamental, cómo no, la siempre recurrente comunicación: «Afronta las conversaciones sin juicios previos y sé muy explícito acerca de qué es lo que te pone como una moto», señala Hirschman.

Por eso, no vale con soltarle al otro que tiene que mostrar más ardor. Hay que enseñarle qué es para nosotros ser más apasionado. Una vez encontrado el placer muchas parejas se sienten liberadas al dejar atrás una gran cantidad de prejuicios que les atenazaban.

Hay que entender también que la disminución del deseo puede ser un síntoma más que un problema en sí. Cuenta Michael Aaron, terapeuta afincado en Nueva York: «A menudo estos problemas están causados por circunstancias de la relación (sentimientos de ira, resentimientos, traición…) que necesitan ser resueltos antes de que se puedan abordar realmente las dificultades sexuales. A veces tengo que ayudar a las parejas a expresar sus anhelos directamente o hacerles ver el punto de vista del otro desde una posición menos defensiva. Cuando la relación se repara, los problemas sexuales suelen mejorar ellos solos».

  1. «Mi pareja es un obseso sexual»

En el lado opuesto al anterior se encuentra el problema del compañero al que le resulta complicado controlar sus impulsos más elementales.

«Mi enfoque para abordar este hecho comienza con el examen de los factores desencadenantes, como el control del estrés, los conflictos familiares o el abuso de drogas y alcohol. El tratamiento incluye establecer límites, gestionar los impulsos, reorientar las fantasías y aconsejar en las relaciones», indica el psicólogo Mark D. Ackerman.

  1. «Mi chico no dura lo suficiente en la cama»

Gracias a las consultas de los sexólogos se desvela lo que la mayoría no conoce. El principal problema en la cama de los hombres no es la disfunción eréctil sino la eyaculación precoz.

Dicha preocupación puede ser frustrante para muchos varones que se esfuerzan por controlarla a través de métodos prácticos, como el repetido ejercicio del «comenzar-parar». Solucionar la eyaculación precoz es complicado, pero existen maneras de controlarla.

El primer paso es no centrarse exclusivamente en la penetración. Está bien que los eyaculadores precoces tomen en consideración la fórmula de «las damas primero». Durante el coito no es mala idea también jugar con las posturas, pues estas inciden mucho sobre el ritmo y la excitación del género masculino.

  1. «Soy infiel porque no tengo sexo»

Se intenta negar de muchas maneras, pero el adulterio sigue entendiéndose como un acto reprobable. No son pocos los que creen que el adulterio significa forzosamente el final de una relación, «pero la infidelidad puede ser un mágnífico catalizador o un aviso que puede llevar a las parejas a volver a hablar, tras años de estancamiento». Las parejas que acuden a la consulta de un sexólogo lo suelen hacer al borde de la ruptura. Una aventura de uno de los componentes suele ser el evento que marca esa frontera.

**Reconozcamos que no hay tantísimas cosas que se puedan hacer en el sexo. La falta de posibilidades hace que cobren especial relevancia los pequeños detalles**.

La infidelidad llega a ser muy dolorosa para quien la sufre, pero la mayor madurez que se puede mostrar ante tal acontecimiento es la aceptación de que, normalmente, la persona que la lleva a cabo no lo hace con el propósito de dañar a su compañero.

Hirschman propone modificar el modo de pensar: «Es posible recuperarse de una infidelidad y encontrar otra vez un lugar de confianza honestidad y conexión. Son necesarios mucho amor y empatía para pasar del dolor a una profunda comprensión del otro».

  1. «No conecto sexualmente con mi compañero»

Más que una frustración esta podría ser una buena excusa para descubrir muchos aspectos tanto de nuestra sexualidad como de la del otro.

La sexóloga Linda E. Savage apunta: «Cuando oigo que las parejas han perdido la conexión sexual, empieza el trabajo: a través de un curso de varias semanas, los deberes que les mando para casa se centran en crear una sensación de seguridad. Las tareas se focalizan en experiencias táctiles que permiten a la pareja volver a encajar. En cuanto estén completamente relajados y conectados, sin una agenda que los interrumpa, desde allí, gradualmente, podrán orientarse en expandir el placer de formas completamente nuevas, incluyendo incluso prácticas sexuales conectadas con lo espiritual, si así lo desean».

  1. «El sexo se ha convertido en algo monótono»

No nos dejemos llevar por el entusiasmo y reconozcamos que desde un punto de vista meramente formal no hay tantísimas cosas que se puedan llevar a cabo por lo que respecta al sexo. La falta de posibilidades es, sin embargo, lo que lleva a que los pequeños detalles cobren una relevancia especial.

Cuando se incorpora una nueva pareja a nuestra vida somos capaces de hallar esas minúsculas diferencias que, sin embargo, lo cambian todo. Este es, sin duda, el punto en el que las parejas consolidadas tienen que trabajar más para que el sexo deje de ser un acto convencional. Más que el hecho en sí, lo que va a despertar las ganas son los pequeños toques fetichistas, el lenguaje, experimentar con el tacto o las sorpresas inesperadas.

El psicólogo Ian Kerner propone crear en la pareja lo que el llama «ventanas para el deseo»: un periodo de veinte minutos donde ambos se comprometen a crear situaciones físicas, psicológicas o de ambos tipos para permitir que surja algo. ¿Qué comprenden las actividades que se deben llevar a cabo en las «ventanas para el deseo?: «Besarse, abrazarse, bailar como locos, masajearse mutuamente, ver películas pornográficas, leer novelas eróticas juntos y muchas otras cosas».

  1. «No nos queda tiempo para el sexo»

Existen parejas que se quieren profundamente, pero que no son capaces de encontrar un momento para su intimidad. Cathy Beaton explica que esta premisa parte ya de una concepción equivocada pues «el sexo no es una cuestión que tenga que ver con el tiempo». Según esta sexóloga: «Estas parejas toman el camino de no confrontarse y escapan de estas situaciones, argumentando que están demasiado ocupados para el sexo, en lugar de expresar y explorar sus necesidades y deseos íntimos hacia el otro».

 

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